sábado, 5 de abril de 2014

Noise/Loops

Quizás, si tuviera que elegir una asignatura entre todas las que he estudiado hasta ahora en mi vida, la que más interesante me ha resultado, muy probablemente sería armonía. Una asignatura en donde empecé a comprender cómo funciona la música, a entenderla, a base de estar dos años realizando una serie de ejercicios consistentes en la correcta interconexión de acordes.
El mundo que se oculta detrás de la armonía era mucho más grande de lo que me imaginaba. Hay una grandísima variedad de acordes, así mismo, cada tipo puede aparecer de distintas formas, se pueden enlazar de distintas maneras, y no siempre realizan las mismas funciones. Aprender a encajarlos de manera correcta intentando al mismo tiempo conseguir elaborar un discurso musical coherente es realmente un gran rompecabezas, mucho más entretenido en realidad de lo que pueda aparentar.

Mas allá de las cuestiones más técnicas, el principio fundamental de la armonía es bastante sencillo. La música funciona mediante una sucesión de acordes, algunos de los cuales generadores de tensión y otros de relajación, y es precisamente esta tensión/relajación lo que da sentido y forma a la música.
Todo esto vendría siendo lo que se conoce como la armonía clásica o tonal, una teoría sobre la armonía que lleva siendo la enciclopedia de la música desde hace más de tres siglos, y que sigue dando lugar a prácticamente la totalidad de la música que escuchamos hoy en día.
En contraposición a estas ideas surgieron ciertos movimientos de música culta en el siglo XX que buscaban romper con la tonalidad, tales como el dodecafonismo o el atonalismo. Sin embargo fuera de este ámbito más culto y complejo, la tonalidad sigue siendo la ley que rige a la mayor parte de la música actual.  Si escuchamos cualquier pieza musical alejada de la armonía tonal, al no estar acostumbrados a otras formas, nos resultaría extraña y caótica.


Estos experimentos musicales no tuvieron mucho éxito debido a su difícil escucha y la tonalidad sigue siendo el sistema formal más empleado en la casi totalidad de los géneros musicales actuales. Sin embargo, durante los últimos 20 o incluso 30 años, desde mi punto de vista han aparecido varios ejemplos de nuevas formas de música alejada de la tonalidad e incluso de cualquier forma posible de armonía, lo cual supone en cierto modo una rotura con las formas tradicionales prácticamente total. Podemos observar esto por ejemplo en muchos casos en la música noise, en sus momentos más sucios, cuando se abandona toda forma musical para buscar únicamente lo que el propio nombre del género supone, ruido.


También encontramos ejemplos de estos intentos por abandonar la tonalidad en formas musicales más modernas si cabe quizás, posibles gracias a la introducción de la electrónica en la música, como las canciones conformadas por la superposición de una serie de loops en continua repetición, sonidos grabados que en común conforman una "atmósfera" sonora, una nueva forma de crear música totalmente distinta a cualquier otra anterior, que renuncia casi totalmente a progresiones armónicas por un sonido continuo sobre el que se suelen encontrar las voces y las percusiones.



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