jueves, 5 de abril de 2012

De Stijl, el disco olvidado de los White Stripes.


El primer álbum de los White Stripes era impecable. Pero no estaba precisamente hecho para capturar oyentes con mucha facilidad. Su grandeza estaba en la fórmula completa, más que en canciones en particular. Consciente o no de esto, el dúo, y en particular Jack White, se orienta por completo hacia la fuerza de las canciones, y no tanto al fortalecimiento de la propuesta del conjunto, bastante bien redondeada a la altura de su segundo disco.
Del atronador sonido de The White Stripes, aquí encontramos un giro hacia una mayor pureza, cuidado si se quiere, de lo que la bicolor pareja entrega. Así, en De Stijl se puede confundir con un lanzamiento de cualquier época. Y ahí está el gran primer salto musical de White.
A todos quienes critican al sonido del Indie por su falta de pretensión, no sé cómo contrarrestarán la inmortal “You’re Pretty Good Looking (for a Girl)”. El riff “Truth Doesn’t Make a Noise” imprime un dramatismo que da escalofríos, y cuesta sacársela de la cabeza. De lo mejor que compuso White en toda su etapa con los Stripes, que no quepa duda. Y el viaje en el tiempo en que desea incluirnos en “A Boy’s Best Friend” no deja dudas de dónde es que el compositor quiere llegar. Qué buen blues. Y la actitud revanchista de “Why Can’t you Be Nicer to Me” se representa notablemente, en otro de los puntos más altos del CD.

El trabajo de guitarras en De Stijl es sencillamente brillante. El Jack White de “Little Bird” es uno que ya podía mirar a Jimmy Page a la cara, mucho antes del documental “It Might Get Loud”. En “Death Letter”, las 6 cuerdas parecen sacudirse del frío, acorde tras acorde, en un refinado homenaje a Son House. Incluso las acústicas están mejor llevadas, y exhibidas con mayor fragilidad, que en su debut de 1999. Ahí está la receta del éxito de la versión de la inolvidable “Your Southern Can is Mine” de Blind Willie McTell. Mucho más básica en su estructura, pero la simpleza de “Hello Operator” está también muy bien conducida.

Más allá de que el gran momento de White Stripes llegaría con White Blood CellsDe Stijl merece figurar entre lo más destacado de principios del nuevo milenio. Diverso, profundo y contundente. Una combinación suficiente como para redondear un álbum que perdure en el tiempo.

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